Nota original:
http://emociones.eu/2017/05/aprendiendo-ensenar-emociones/
“Para enseñarte, primero debo empezar por mí” Inteligencia Emocional
En
esta época en la que las escuelas hablan tanto de educar en
competencias, la más complicada (y que no aparece explícita) es aprender
a ser uno mismo. Enseñarla es una de las labores más importantes que
tenemos padres y educadores y que tiene como requisitos “formar” en
valores y en educación emocional a los más pequeños, pues ambos
aprendizajes forjan las bases del compromiso consigo mismos, cuando sean
adultos, para que sean emocionalmente sanos, sin padecer de apegos y
relaciones tóxicas con otros dentro de la sociedad.
Conseguir
que un niño con 4 o 5 años sea capaz de decirnos: “tengo un problema
papá o mamá” o “estoy enfadado” es un gran logro, pues el niño, a
diferencia de muchos adultos, ha sido capaz de:
– Aceptar que no está por encima de las circunstancias y que tiene derecho a sentirse vulnerable.
– Identificar cómo se siente y ser capaz de comunicarlo.
Estas
dos acciones que parecen tan sencillas, una vez aprendidas, podrían
evitar muchísimos dramas a niños y adolescentes, que acaban suicidándose
o haciéndose daño a sí mismos (cortes, quemaduras, consumo y abuso de
estupefacientes y alcohol, entre otros).
Permitir
a los niños y niñas, que puedan expresar libremente cómo se sienten,
bajo la cariñosa y silenciosa mirada de sus padres, sin atosigar con
preguntas, ni con golpes de voz, para que corran a decir lo que los
adultos queremos escuchar, son varios de los ingredientes para lograrlo.
Sin embargo, lo más complicado, es servir realmente de modelo de lo que
planteamos para los pequeños.
Cuando
vamos por la casa dando voces y tirando objetos, inmersos en un enfado
desregulado, o cuando nos encerramos en nosotros mismos hasta el punto
de escondernos para que los niños no nos vean llorar, porque creemos que
van a sufrir ( son muestras por nuestra parte de “no ejemplaridad”).
Para poder enseñarles, primero debemos de tener claro que debemos ser
capaces de hacerlo y aplicarlo, de lo contrario, lo que aprenderán será
el modelo del que huimos por las devastadoras consecuencias, que tienen
para ellos cuando son jóvenes y que además, serán fuente de infelicidad
en la vida adulta.
Creando un clima
en casa donde haya cabida para todas las emociones, agradables y no tan
agradables, como la rabia y la ira, les enseñamos “que aceptamos
las emociones que experimentan, sin reprimirlas, ayudándoles a
comprenderlas, y las consecuencias que tienen en ese momento en ellos el
no poder controlarlas”.
Es
muy importante apoyarlos en la “reparación del daño”, por ejemplo: si
estando enfadado, el niño ha tirado sus juguetes por el suelo, cuando ya
esté calmado, le arroparemos para que sea capaz de identificar qué
acciones ha llevado a cabo estando enfadado, a quiénes le han afectado y
cuál sería la mejor manera, para todo lo que ha alterado esté de la
mejor forma posible.
Hoy es un
juguete el que rompe o tira al suelo de su cuarto, porque es incapaz de
regular su enfado, mañana quizás, sustituya para descargar su
frustración su juguete, por un compañero de clase… un indigente en la
calle o, incluso, puede que lo haga contigo, y si tu has sido de los que
ha ido por detrás recogiendo y reparando sus daños, te darás cuenta que
nadie va a ayudarte, y lo peor de todo, tu hijo sigue sufriendo porque
es incapaz de conocer y manejar sus emociones, siendo en sí misma
víctima de su tiranía emocional.
Toda
su vida no podrás cogerlos en brazos para calmarlos, debes aprender a
ser un facilitador en su contención emocional sin que sea física, para
ayudarlos a moverse en la espiral de sus emociones.
Todo
lo que intentemos va a sumar, muy poco a poco, transmitiremos un modelo
que a lo largo de los años, les dará al menos, la posibilidad de
escoger entre ser autoconscientes o no.
No
decaigas si ya convives con la adolescencia y crees que llegas tarde,
ni tampoco te duermas, si apenas llega a los 5 años tu hijo, estos
aprendizajes se dan en toda la vida y nosotros, sus referentes, debemos
ser los primeros en dar ejemplo.
La mejor forma de enseñarles es siendo al menos cómo les pedimos.
Inteligencia Emocional en la Educación:“Aquello que para la oruga es el fin del mundo, para el resto del mundo se llama mariposa” (Lao Tse)
http://www.inteligencia-emocional.org/curso/index.htm