marzo 24, 2009

Cómo tratar Personas Difíciles


No hay manera de que podamos hacer cambiar a las personas difíciles para que, de pronto, sean agradables y receptivas. Ese cambio sólo se produce cuando las personas interesadas lo desean y trabajan para conseguirlo. De modo que si no podemos cambiarlas, lo único que podemos hacer es cambiar la forma de reaccionar frente a ellas.

Toda comunicación se basa en la reacción y en la respuesta a esa reacción. Así que, cambiando nuestras propias reacciones, tanto interna como externamente, lograrermos que las personas difíciles reaccionen a su vez de forma distinta (aunque sólo sea temporalmente).

A veces tendremos que ser bastante hábiles a la hora de hablar a estas personas. Aunque podamos desahogarnos y gritarle a un hermano o hermana, es muy probable que tengamos problemas si reaccionamos del mismo modo con nuestro jefe. Gritar no es una buena forma de manejar situaciones ni siquiera con la familia, pero al menos no perderemos el trabajo.

Cada uno reacciona de una forma diferente con las personas problemáticas, porque todos partimos de un punto distinto. No hay dos personas que se vean a sí mismas de la misma manera, una puede estar calmada y serena, otra demasiado segura de si misma, mientras que otra puede padecer de baja autoestima. Es muy fácil sentirse herido, desvalorizado y desmoralizado por las palabras y las acciones de los demás; de hecho, eso es lo que pretenden y lo que les otorga su poder. No obstante, si permite que le hieran está dejando que le ganen y eso no es bueno ni para usted ni para la siguiente desafortunada víctima. La forma de superar las dificultades que van surgiendo es ser más inteligente que esas personas e influir en sus respuestas. Con frecuencia, podrá hacerlo sin que ni tan siquiera se den cuente de ello.

Ver Manual completo en:
http://www.inteligencia-emocional.org/cursos-gratis/como-tratar-personas-dificiles/index.htm

marzo 23, 2009

Control emocional: las quejas


¿Se queja constantemente?

Podría contestar: ‘¿Por qué no habría de quejarme? Tengo quejas muy legítimas. ¿Por qué no habrían de compartirlas conmigo mis compañeros de trabajo?’
Tiene razón. Tiene todo el derecho de quejarse, aunque, en ese caso, sería mejor que se olvidara de las buenas relaciones Es mejor desarrollar relaciones favorables con la gente que lo/a rodea. Quejarse arruina las relaciones, no las mejora.
El eterno quejoso tendrá problemas de imagen. Las personas se apartan de él. Tienden a evitar su compañía.

¿Cuál es la diferencia entre una queja y un problema?
QUEJA: ‘Oh, Dios mío, otra vez tengo un dolor de cabeza mortal!’ (Gemido).
Problema: ‘Tengo otra vez un dolor de cabeza mortal. ¿Qué te parece que debería hacer?’

QUEJA: ‘¡Diablos, hoy mi jefe empezó a despotricar y gritar otra vez!’
Problema: ‘Me pregunto qué puedo hacer para lograr que mi jefe deje de despotricar y gritar’.

QUEJA: ‘¡Por què, oh, POR QUÉ no puedo lograr que alguien haga algo bien, aunque sea una vez!’
Problema: ‘¿Cree que tengo algún problema para comunicarme con la gente? No puedo lograr que hagan nada bien’.

¿Ve la diferencia? Cuando nos quejamos, expresamos nuestra desaprobación al mundo, y esperamos que todos escuchen nuestra diatriba, que nos comprendan y que cariñosamente nos palmeen en la mano diciendo: ‘No te preocupes, todo se arreglará’.

REGLAS.
1) NO. Nunca se queje.
2) Si algo se puede arreglar, arréglelo, o ponga en marcha los mecanismos para mejorar la situación.
3) No simpatice con los quejosos. Evite a los llorones en la oficina.
4) Encuentre formas constructivas para expresar su insatisfacción.
5) Si cae en una queja, deténgase. Piense en su imagen. Repare el daño.
6) Si se trata de una queja legítima, plantéela como un problema y pida a su compañero/a ayuda para resolverlo.

Ejercicio: Registrar las emociones por escrito


Cuando se comienzan a registrar los sentimientos, se obliga a la mente a que actúe con más precisión. Y de la niebla deforme de nuestra infelicidad comienzan a surgir los problemas específicos. De la misma manera en que ajustamos el dial de una radio hasta que obtenemos una señal clara, así también ajustamos nuestra verdadera personalidad cuando expresamos los sentimientos con palabras.

Las emociones como medio de comunicación

Aunque no hablemos de nuestras emociones, la mayoría de las veces las personas de nuestro entorno saben con exactitud cómo nos sentimos. Eso se debe a que las emociones y los estados de ánimo básicos se manifiestan en la expresión del rostro, en la actitud corporal, en el tono de la voz y en los gestos.
Las reacciones fisiológicas y el comportamiento expresivo en caso de miedo, indignación, tristeza, alegría y rechazo son parecidos en todas las culturas. Desencadenan en el otro reacciones emocionales involuntarias iguales o complementarias.

La correcta interpretación de este tipo de señales presupone un cerebro emocional intacto. Los pacientes con determinadas lesiones cerebrales ya no están en situaciones de distinguir las diferentes expresiones faciales y de descifrar su significado emocional.

marzo 20, 2009

EL SISTEMA INMUNOLÓGICO Y LAS EMOCIONES


Inteligencia Emocional en la Salud
Cuando los psiconeurólogos quisieron probar sus tesis con personas antes que con roedores, se centraron en individuos que habían soportado acontecimientos intensamente angustiosos, tales como astronautas al acabar su misión, sobrevivientes a un experimento de insomnio y ruido durante setenta y siete horas, y hombres y mujeres que habían enviudado recientemente. Como se esperaba, todos esos grupos evidenciaron una función inmunológica deprimida como resultado de lo que habían vivido.

Numerosos estudios, desde entonces, han mostrado repetidamente que el poder de lucha del sistema inmunológico, medido directamente por criterios como la presencia de anticuerpos en la saliva, e indirectamente por la evidencia de infecciones, está claramente relacionado con las reacciones a los acontecimientos de la vida diaria. Aquí van algunos ejemplos de las muchas interrelaciones descubiertas:
A las personas que han perdido confianza en sí mismas y acusan una falta de control, se les han medido menores índices de producción de las células que atacan a los microbios invasores.
Las personas que se sienten felices tienen en su saliva factores inmunizadores más fuertes que quienes se sienten infelices.

Justo antes de los exámenes, los estudiantes sufren ataques de anginas y faringitis, porque las bacterias pueden derrotar a las agotadas células que han de luchar contra la infección.
Las personas que lloran por la pérdida de un ser querido también ven afectado su sistema inmunológico.
Los estudiantes que no pueden hacer frente a las situaciones adversas tienen muchas menos células defensoras que aquellos que sí pueden.
Los trabajadores que creen que no tienen control sobre el ritmo y las condiciones de su trabajo tienen un mayor nivel de hormonas de estrés y una disminución de la efectividad de su sistema inmunológico.

La evidencia es clara: cuando eres infeliz, o te sientes sitiado, o preocupado por lo que pueda ocurrir en el trabajo, estás minando la capacidad de lucha de tu sistema inmunológico.


Lo que también deja claro la investigación, sin embargo, es que tienes diversas opciones para responder a los factores estresantes. Puedes volverte hacia ti mismo. Puedes quejarte a tus jefes y a otros a quienes hagas responsables de lo que ocurre en el trabajo. O puedes buscar estrategias para encontrar las posibles oportunidades que se presenten, por qué no, en los problemas a los que te enfrentas. Este último método es el que con mayor propiedad puede mantener tu sistema inmunológico en perfecto funcionamiento.

El trauma de una crisis


“Esto también pasará
Ante una crisis pretendemos mucho más que el alivio o la curación.

Muchas veces ha sido dificilísimo expresar esta verdad psicológica sin que parezca ofensivo a alguien que está sufriendo el trauma de una crisis. Casi nadie quiere “crecer” ni “superar”: queremos que nuestra hija vuelva a vivir, que nuestro cónyuge regrese a casa, que nuestro jefe nos dé otra oportunidad, que el médico diga que cometió un error...

En otras palabras: deseamos lo que perdimos, no algo nuevo, por más atractivo que sea.

Este hecho real y esperanzado inherente a la crisis es lo que llamamos “el factor fénix”. El fénix de la mitología era un ave extraordinaria que vivía mil años y moría entre las llamas. Al quemarse la pira funeraria, el fénix sufría una transformación mágica: en lugar de consumirse, se levantaba de las llamas, renacido, más bello que nunca, para vivir otros mil años.
Es verdad que la crisis puede conducir al desastre, pero también puede hacerlo hacia el renacimiento y el desarrollo personal. ¿Qué es lo que hace que una crisis cause gran daño inmediato o problemas psicológicos mediatos pero también que conduzca al renacimiento, el desarrollo y la madurez?

La diferencia radica en saber cómo capitalizar positivamente una crisis, en controlar el acontecimiento y encauzarlo e manera que sirva para el desarrollo. El factor fénix está presente en toda situación crítica, pero hay que saber cómo usarlo.

No sólo puede hacerse: usted puede hacerlo. Quizá no en forma simple e indolora, pero con la comprensión de la naturaleza de la crisis y el conocimiento de las técnicas que lo ayuden, usted puede lograr que la crisis no sólo no le hago daño sino que lo mejore. Como el ave fénix, usted puede resurgir de las cenizas y volver a vivir; puede renacer más fuerte, más maduro, con mayor control sobre su vida del que creyó posible.

LA BOMBA DE LA CRISIS
La crisis es una bomba que explota en su vida y la destroza. Más científicamente, la crisis es un estado de extrema alteración emocional instigada por algún acontecimiento terrible.
El caos, la desesperación y el dolor no se materializan de la nada; los produce una experiencia determinada, ya sea la pérdida de una persona querida, ser despedido del trabajo, saber que se tiene cáncer o mudarse del sur al norte.

Algunos acontecimientos son universalmente devastadores y casi siempre ocasionan una crisis. La muerte de un hijo, por ejemplo.

Otras experiencias son más sutiles. El acontecimiento desencadenante puede ser de importancia relativamente pequeña, pero sumado a otras situaciones productoras de estrés, ocasiona la crisis.
La gota de agua...
Un hecho real es que la crisis siempre está originada por un acontecimiento: repentino y grave (como la violación, una muerte inesperada, un desastre natural) o sutil (como cumplir cuarenta años, mudarse a otra ciudad, cambiar de empleo).

Los acontecimientos que ocasionan crisis pertenecen a tres categorías:
1. Puede ser una pérdida de algo o de alguien. Si mi hijo muere, mi esposa me abandona, se nota la pérdida física. Pero también puede perderse la autoestima o el sueño de toda la vida o alguna posesión intangible.
2. El acontecimiento puede ser una amenaza al orden establecido en nuestra vida. Ser despedido de un empleo importante puede amenazar un estilo de vida en el que se acostumbra tener gustos caros y podría, ese suceso, desencadenar una crisis.
3· El suceso puede representar un desafío para el cual no estamos preparados. Y eso explica por qué hay acontecimientos positivos que resultan potenciales productores de crisis.
Para comprender una crisis usted debe buscar más allá del acontecimiento desencadenante para saber qué significado tiene para usted, para determinar cómo lo percibe:1.¿Es una amenaza? 2.¿Representa una pérdida? 3.¿Es un desafío para hacer frente al cual usted no está preparado?

La crisis se resuelve de alguna de estas tres formas: muerte, debilitamiento o crecimiento.

marzo 17, 2009

APRENDER SOBRE NUESTRAS EMOCIONES


Esta nota está en el index de nuestra página web y queremos compartirlos con los lectores del blog:



Si nuestro pasado hubiese sido diferente, habríamos observado a nuestro padre escuchando en forma satisfactoria y afectuosa a nuestra madre cuando le expresaba sus frustraciones y decepciones.
Habríamos observado a nuestra madre confiando en nuestro padre y compartiendo sus sentimientos abiertamente, sin desaprobarlo y sin echarle culpas.
Habríamos experimentado el hecho de ver que una persona podría sentirse perturbada sin rechazar a nadie con desconfianza, manipulación emocional, desaprobación, prevención, condescendencia o frialdad.
A lo largo de nuestros años de crecimiento habríamos estado gradualmente en condiciones de dominar nuestras emociones del mismo modo en que dominábamos la facultad de caminar o las matemáticas. Habría sido una habilidad aprendida como caminar, saltar, cantar, leer y efectuar el balance de nuestra chequera.
Pero no sucedió así para la mayoría de nosotros. Por el contrario, pasamos años –los primeros de nuestra vida, cruciales para nuestra educación intelectual y emocional- aprendiendo a comunicarnos insatisfactoriamente y a ignorar, manejar mal o reprimir nuestras emociones.
Por el hecho de que carecemos de educación para comunicar nuestros sentimientos, nuestras relaciones no alcanzan el máximo potencial de armonía y sinergia que podrían alcanzar.

Para poder entender hasta qué punto resulta esto difícil, considere sus respuestas a las siguientes preguntas:

1. Cuando se siente enojado o resentido, ¿cómo expresa amor si, mientras usted estaba creciendo, sus padres o bien discutían o bien evitaban conscientemente la discusión?
2. ¿Cómo logra que sus hijos lo escuchen sin gritar ni castigarlos, si sus padres gritaban y lo castigaban para mantener el orden?
3. ¿Cómo pide más apoyo si, aun siendo niño, usted se sintió permanentemente desatendido y decepcionado?
4. ¿Cómo se abre y comparte sus sentimientos si teme ser rechazado?
5. ¿Cómo le habla a su pareja si sus sentimientos dicen “te odio”?
6. ¿Cómo dice “lo lamento” si, de niño, usted era castigado por cometer errores?
7. ¿Cómo puede admitir sus errores si le teme al castigo y al rechazo?
8. ¿Cómo puede mostrar sus sentimientos si, de niño, usted era permanentemente rechazados o juzgado por sentirse perturbado o por llorar?
9. ¿Cómo se supone que usted pida lo que quiere si, de niño, lo hacían sentir mal por querer más?
10. ¿Cómo se supone siquiera que sepa lo que está sintiendo si sus padres no tenían el tiempo, la paciencia o la sabiduría para preguntarle cómo se sentía o qué era lo que lo molestaba?
11. ¿Cómo puede aceptar las imperfecciones de su pareja si, de niño, usted sentía que debía ser perfecto para merecer amor?
12. ¿Cómo puede escuchar los sentimientos de dolor de su pareja si nadie escuchaba los suyos?
13. ¿Cómo puede perdonar si usted no era perdonado?
14. ¿Cómo se supone que usted llore y alivie su dolor y su pesar si, de niño, le decían siempre ‘No llores’ o ¿Cuándo vas a crecer?’
15. ¿Cómo puede escuchar la decepción de su pareja si, de niño, lo hacían sentir responsable por el dolor de su madre mucho antes de que pudiera comprender que usted NO era responsable?
16. ¿Cómo puede escuchar la ira de su pareja si, de niño, su madre o su padre le adosaban a usted sus frustraciones a través de gritos y exigencias?
17. ¿Cómo se abre y confía en su pareja, si las primeras personas en las que confió con su inocencia lo traicionaron de alguna manera?
18. ¿Cómo se supone que puede comunicar sus sentimientos en forma respetuosa y afectuosa si no ha tenido la práctica de dieciocho años sin la amenaza de ser rechazado o abandonado?
La respuesta a estas dieciocho preguntas es la misma: es posible aprender sobre nuestras emociones, desarrollar nuestro cociente emocional, pero tenemos que trabajar para ello.



Dr. John Gray

marzo 12, 2009

Tips: Puntos de vista divergentes

Tips Comunicación eficaz:
Si usted no esta de acuerdo con la posición de otra persona en un tema, aprecie su razonamiento. Puede reconocer las razones que lo mueven a ver el mundo como lo hace.
Podría por ejemplo, estar motivado por sentimientos fuertes, una convicción apasionada o un argumento persuasivo.